viernes, 12 de octubre de 2012

¿Quién es periodista?


Definir algo así resulta muy complicado tanto para los que están metidos en el mundillo como los que permanecen ajenos a ello.
El periodismo es, en primer lugar, una vocación. El periodista se hace en muchos aspectos, pero para ello es preciso nacer como tal. Por decirlo de otra forma: se nace periodista y este modo de vida se pule a lo largo de los años.
El periodista es una persona con poco tiempo libre, que debe ser consciente del mundo en el que vive y observarlo desde tantos prismas como sea necesario. Dentro de la imposibilidad de la objetividad pura, un buen profesional debe dejar de lado sus opiniones (a menos que estas sean explícitamente requeridas) para informar a la gente de lo que acontece más allá de su área de conocimiento. Mantenerse activo en la búsqueda de datos que puedan resultar interesantes, no dejar de lado la profesionalidad y el respeto, saber moverse por el mundo que lo ocupa... el periodista es una persona que no para, activo en todo momento.
¿Son necesarias las escuelas de periodismo para ser periodista? Más allá de la formación que estas proporcionan, lo cierto es que se puede ser un buen periodista sin haber estudiado. Los conocimientos que se adquieren en las universidades hoy en día no son indispensables para llegar a ser un profesional valorado, ya que el periodista se hace con la experiencia que gana en el día a día. ¿Acaso no son periodistas Gabriel García Márquez o Kapucinski? Ellos (y otros como ellos) desempeñaron un importante papel como tal, informando de lo que ocurría a lo largo y ancho del mundo, muchas veces sin pelos en la lengua, y terminaron por hacer de la profesión lo que es hoy en día. El título ayuda, pero no acredita que seas un profesional. El aprendizaje recibido de unos profesores que saben de lo que hablan es impagable, pero a la hora de salir al mundo real, en el que no se te califica por la nota en un examen o la participación en clase, es cuando debe aparecer el verdadero periodista, el que actúa por si mismo o bajo los parámetros del medio para el que trabaje.
Hoy en día hay profesionales con título o sin él trabajando en diferentes medios de comunicación. No me refiero a Belén Esteban, a la que unos cuantos denominan «la princesa del pueblo» (y yo me pregunto: ¿qué clase de pueblo quiere una princesa así?), sino a profesionales que forman medios tales como Periodista Digital, Periodismo Humano, Periodismo Ciudadano o 233grados, así como aquellos canales de televisión, emisoras de radio y medios impresos que todos vemos en el día a día para que nos informen de las cosas trascendentales que pasan en el mundo. Sin ir más, lejos, Carles Francino o Ángels Barceló no tienen título y son muchos los que los consideran un referente en el mundo periodístico.
No quiero decir con esto que cualquier persona pueda llegar a ejercer el periodismo ni mucho menos. Yo misma estoy estudiando la carrera porque considero que la formación que en ella se me proporciona es importante a la hora de salir al mundo laboral, pero soy consciente de que no es el único camino para poder llegar a vivir de lo que me gusta. Seguramente, habrá gente que no estudie periodismo en ninguna universidad y que, sin embargo, sea mucho mejor que yo a la hora de actuar como tal.
En la época que nos ha tocado vivir, en la que para muchos el periodismo ha perdido esencia y prestigio, estudiar esta profesión es más que nunca un acto de fe en el oficio. Se estudia periodismo porque se cree en él y es la forma más fácil de llegar a ejercer como tal algún día.

Al final de su discurso ante la 52ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) en Los Ángeles (EE.UU.) el 7 de octubre de 1996, Gagriel García Márquez escribía algo que me ha parecido muy acertado sobre la profesión del periodista: «El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más ardor que nunca en el minuto siguiente.»

No hay comentarios:

Publicar un comentario